jueves, 21 de mayo de 2015

36 lunares, 2 que solo yo conozco.

Me equivoqué de estación pensando que esta vez me abrazarías en las tardes de frío y madrugadas en las que nos sobran sabanas.
Prometiste no volver a irte y todo indica que me has vuelto a mentir. Me besabas de tal forma que me hacía pensar que sería la última. Y regresaban esas ganas de que no te fueras, de que dolieras otro rato.

Ya ni le hablo,
pero si que le miro,
a todas horas,
porque aún
después de todo,
necesito verle sonreír,
aunque no sea conmigo.

Supuse que estaba haciendo feliz a otra persona,como me hizo a mi. Entendí una vez más que no me echaba de menos. Pero siempre me ha costado asumir las cosas.
Le quise más de lo que podré llegar a 
quererme nunca, mucho más de lo que
llegarán a quererle a él en su vida.
Y decidí relatarle el pozo en el que me había hundido desde que abandonó sus huellas en mi espalda. 

Te escribía cartas de olvido aunque precisamente olvidarte no era lo que más quería.
Siendo justos,debes saber que he puesto puntos suspensivos a mi vida, por si vuelves y quieres seguir haciendo historia. 
Exigiste tantas veces saber que era el amor para mi que no te conformabas con la respuesta “36 lunares y 2 que solo yo conozco”,en cambio yo te exigía a ti en mi puta vida para siempre. 

Él no miró atrás,tenía una teoría y era que: «si el pasado llama a tu puerta,no le abras,al fin y al cabo,se fue por que no era lo suficientemente bueno para ti.» y la cumplió de cabo a rabo y con los ojos cerrados. Joder si la cumplió. 
¿Algo nuevo?
Sí. Le sigo echando de menos.

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