Creo que es hora de salir y dejar de esperarte;
Porque aunque cueste,se que soy más fuerte que el “vuelve” que jamás pronunciaste.
Me debo mucho,a mi,aunque después de ti tampoco hay tanto que dar.
Admito que aunque te hubieses quedado no sabría como seguir sacándote sonrisas,se nos cayó el terremoto encima. Pero eso era lo de menos. Me inundabas a besos en mis recaídas,eras mis fuerzas y ganas de estar aguantando cada golpe,lo eras todo para mi.
Antes,
antes habría dado cualquier cosa por seguir leyendo tu espalda,por caminar sobre tus clavículas y con mi lengua recorrer la tuya.
Porque tuya fui a cada momento. Fui,fuimos. Y ya no hay nada.
¿Tú crees que me olvidé de ese día en el que me dijiste todo lo que sentías por mi?
No. Y tampoco en el que me dijiste lo que dejaste de sentir. Mentí cuando te grité que no dolía. Que yo también sabía dejar de quererte,que lo conseguí antes que tú. Mentí y sigo haciéndolo igual,como y por la única razón de que bailas junto las faldas equivocadas,de que pisas los pies que dejarán de caminar a tu lado cuando la canción se acabe. Y sé que nada te volvía más loco que mis andares hacía nuestra cama.
Antes.
Me sobraban ganas de buscarte pero me faltaban motivos. Se me estremecía el cuerpo de pensar que tus caricias cerrarían el hueco que dejaste. Que tu boca me besaría cada poro de mi piel mientras te arañaba la espalda lentamente.
Porque así era el amor que tuvimos. Basado en besos y mira ahora,mi vida está llena de vasos y capullos que me invitan a otra ronda. Ya no soy esa rosa que le dolía la ausencia de una espina.
Te escribiría ahora para decirte que los caminos ya no van a tu terraza,solo a Roma.
Y que de columnas se mucho como que ya no hay ninguna que me sujete como lo hacías ni que me tumbe con las yemas de los dedos o se tumbe a mi lado.
Y a eso el condicional. Porque ya no hay vuelta atrás.
Me rindo,hundo y voy. Lejos.